Los alimentos más adictivos
Un reciente estudio realizado por la Universidad de Michigan terminó en la elaboración de una lista con las comidas más adictivas, es decir, aquellas que activan más regiones del cerebro de manera similar a una droga.
Los investigadores realizaron un experimento con 120 voluntarios a quienes se pidió que clasificaran 35 alimentos que le resultaban difíciles dejar de consumir. Los resultados revelaron que los alimentos con mayor cantidad de azúcar, carbohidratos refinados y de grasas, se asociaban a una mayor frecuencia de comportamientos similares a la adicción. Se consideró comida problemática a aquella que tiende a ser consumida en exceso hasta el punto de causar malestar físico. Y los primeros quince puestos quedaron así:
1-La pizza de cualquier sabor
2- El chocolate en todas sus variantes
3- Las papas fritas en bolsa
4- Las galletas de chocolate
5- El helado
6- Las papas fritas
7- Las hamburguesas con queso
8- Las gaseosas
9- Las tortas
10- Los quesos
11- El tocino
12- El pollo frito
13- El pan
14- El canguil con mantequilla
15- Los cereales
2- El chocolate en todas sus variantes
3- Las papas fritas en bolsa
4- Las galletas de chocolate
5- El helado
6- Las papas fritas
7- Las hamburguesas con queso
8- Las gaseosas
9- Las tortas
10- Los quesos
11- El tocino
12- El pollo frito
13- El pan
14- El canguil con mantequilla
15- Los cereales
La conclusión es que todo aquello que contenga azúcar o grasa es más susceptible de volverse adictivo que un simple plato de brócoli o una fruta. Así lo explica uno de los investigadores: “esta diferencia tiene mucho sentido desde el punto de vista fisiológico. Dentro de este sistema, cuando tengo hambre, voy a buscar una comida más calórica, como las que tienen azúcares o grasas, que me satisfaga más rápido y con mayor intensidad”.
Para evitar la adicción a los alimentos, es necesario aprender a reconocer cuáles son los más adictivos para así evitar su consumo en grandes cantidades. No para suprimirlos, porque los alimentos no son malos si se los consume en las proporciones adecuadas. Todo depende de que nuestra voluntad pueda vencer ese muy antiguo impulso del cerebro de hacernos engordar… por si acaso.
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